28.9.05

acomodar.

No es que sea el momento equivocado. Lo que quieres está ahí, sólo tienes que acomodar lo demás.

26.9.05

in the attempt*

Celine: If there's any kind of magic in this world, it must be in the attempt of understanding someone, sharing something. I know, it's almost impossible to succeed, but... who cares, really? The answer must be in the attempt.

- Before sunrise.

25.9.05

Búscame luego.

En el polvo del librero, en el bolsillo derecho, en tu cama que en realidad son dos, una tuya y otra para mi recuerdo; en los zippers y las maletas. Indaga en canciones, en los rollos velados, en los diálogos que no han aparecido. Ve si me encuentras en los cajones o en algún pasillo. Y el día que ensambles todo en lo que me has vuelto, desármame otra vez. Pero búscame luego, yo te espero.

la primera

Frente al aeropuerto (frente a tantos abrazos que no volveran a encontrarse; frente a tantas palabras que buscan ser la única, la que se recuerde sobre las demás), abrimos nuestra primer botella de vino mientras se escuchaba Boys don't cry.

22.9.05

Sólo dormidos.

- ¿Por qué no te duermes? Es lo que te hace falta: descansar.
- No te preocupes, no tengo sueño, es todo.
La verdad es que me da miedo cerrar los ojos. Encontrarte en algún edificio, trepando andamios, pasarte sin prisa. Descifrar. Odiaría saber qué es lo que haces conmigo, Samuel, porque los sueños no mienten (lo menos que hace uno al dormir es descansar) ,y esta noche, no sé por qué siento que estoy a punto de darme cuenta.
Por eso no quiero. Por eso voy a ponerme la blusa que te gusta y decirte que nos vayamos al bar que está aquí, a dos cuadras. Vamos a sentarnos en la barra y tu mano caerá sobre mi muslo cuando le des a la cerveza el primer trago. Me acomodaré el mechón de cabellos que el abanico de la esquina movió hacia mi mejilla, y mientras hago eso tú vas a verme el escote y darle el último trago a la cerveza. Pagarás la cuenta, me tomarás de la mano, mis botas sonarán contra el pavimento. El camino será para mirarnos con la curiosidad restante, para inspeccionar lo que nos espera. Antes de entrar a casa voy a sacar un cigarro y tú el encendedor, y luego yo voy a darte otro cigarro. Vamos a sentarnos sobre la banqueta, ver el humo que a los dos nos encanta. Vamos a sentarnos sobre la banqueta hasta que amanezca, Samuel, a recordar lo que hemos hecho, lo que nos perdimos por estar juntos, los libros que hemos leído, lo que nos espera ahora y después. Vamos a estar despiertos siempre, para ignorar lo que sólo dormidos podemos saber.

Sigue*

Los ojos de Victoria miran incrédulos a la niña. La cortada en el cuello libera la sangre. No se detiene, más sangre, como si quisiera salir del cuerpo que la ha tenido cautiva. La sangre forma minicharcos en las clavículas, se escurre en la ropa, se hace pasta con la arena. Aún con unos cuantos segundos, la vida sigue luciendo insípida.

- de El segundo exilio, Vanesa Garnica
Pude sentir mis manos entumecer y mis ojos tratando de abrirse más; se me olvidaron las respuestas, las inventadas y las verdaderas. Todas. Me preguntaron, me he preguntado si estás muerto, y simplemente no sé qué decir.

Como.

No te cuento. Ni en este lugar al que por morbo te asomaste, ni en las idas al super en que paso a un lado de las manzanas que compraba para ti. No te digo. Escazo perdido. Y aún así vuelves y te me encaramas como un perro, como un deseo que no puedo sacudirme, como un loco a la ventana del carro pidiendo limosna.

21.9.05

algo que faltó.

Una bocanada congelada en ámbar, aro líquido sobre madera y un papel blanco mojado de fragilidad, la misma fragilidad que me bautiza con tus dedos.
Nubes en el vaso, cristal que suda, ese poder que tienes de hacer las cosas primeras, esa mentira. Tú, yo, y mi falta de canas, tú, yo, y este amarillo en el semáforo, y todas las vidas que son nuestras para contarlas, pero tú y yo no cabemos en el tiempo.

17.9.05

Salas.

Cruzaba la calle para llegar a casa cuando sentí: empuje en el cuerpo, un momento suspendida, viento, golpe contra el pavimento, sirenas, tijeras frías cortando la ropa, voces. Desperté entre paredes pulcrísimas; nadie ahí, no era difícil saber, uno se da cuenta cuando está en un hospital. Entonces pienso que cualquier cosa en nosotros es incisión, posees el bisturí perfecto, el pulso. Tiemblo por las mañanas, lo sabes, de ahí mi preferencia a tus cortes. Tiempo atrás la tarea me pertenecía exclusivamente; te la sedo, fue creada para estas tus manos, tus piernas y hombros que se resguardan en mí. Por eso la sangre no se ve al instante, por eso te levantas asustado en la madrugada a limpiar el rojo de ti; por eso tocas como mujer, por eso las lágrimas son tuyas y yo te veo tranquila, por eso ahora debes estar adolorido.
Nuestra habitación como quirófano, luz blanca de tus dedos, la epidemia. Urgencias, Samuel, eres la sala de urgencias en que me presionan el pecho y tratan de resucitarme, en la que entro cada día para sentir menos el yo. Me crees la de espera, y tal vez lo sea: antesala perpetua. Al levantarme cada enfermo, el suero, la bata, el médico... el hospital me hace pensar en ti.

16.9.05

V

De algún tiempo a esta parte, las cosas tienen para ti el sabor acre de lo que muere y de lo que comienza. Áspero triunfo de tu misma derrota, viviste cada día con la coraza de la irrealidad. El año enfermo te dejó en rehenes algunas fechas que te cercan y humillan, algunas horas que no volverán pero que viven su confusión en la memoria.
Comenzaste a morir y a darte cuenta de que el misterio no va a extenuarse nunca. El despertar es un bosque de hallazgos, un milagro que recupera lo perdido y que destruye lo ganado. Y el día futuro, una miseria que te encuentra solo: inventando y puliendo tus palabras.
Caminas y prosigues y atraviesas tu historia. Mírate extraño y solo, de algún tiempo a esta parte.



- De algún tiempo a esta parte, José Emilio Pacheco.

13.9.05

soy tan

p a t é t i c a.

12.9.05

Nuestra plaga.

Ayer se metió un ratón a la casa, quedó atrapado en uno de esos tapetes de goma, enseguida del refri; ninguna de las tres quiso sacarlo. Yo no pude por lástima, la Rebeca por asco y mamá por miedo. Nos sentamos en la sala, nos veíamos esperando que alguna se atreviera mientras los chillidos del animal eran cada vez más desesperados.
- Voy a hablarle a Arturo para que venga a sacarlo.
- Arturo está enfermo, amá.
- Bueno, entonces llámale al Abraham.
- Jaaaaa, ¿según tú el Abraham va a sacar un ratón? Si a mí me da lástima él se va a soltar llorando.
- Entonces tú, bebé, háblale a alguien.
- ¿Y a quién quieres que le hable?
- No sé, a cualquier baboso que sea capaz de sacar un pinche ratón de la casa.
- No te enojes, amá. Es que no sabemos a quién... no hay a quién.

La entrada por las noches se llena de grillos, igualito que en el Ley de Culiacán la vez que fuimos a visitarte, hace como siete años, ¿te acuerdas? Aquello parecía una alfombra café claro. Lo bueno es que cantan y no molestan mucho.

En la vitrina se empieza a ver la polilla. No hemos querido decirle a mamá, se pondría mal, la conoces, y ya bastante pasa como para preocuparla con esa insignificancia. Es el único secreto que hemos compartido mi hermana y yo, la única complicidad.

Hoy en la mañana la Rebeca subió corriendo las escaleras, iba a entrar al baño y cuando vio la pared la estaban trepando dos cucarachas enormes, de las de alcantarilla, dijo. Después de los qué asco, y cómo es que los vecinos no fumigan y por su culpa se nos vienen todos los animales, mamá bajó decidida con el Raid en mano. Tú sabes el miedo que mamá les tiene a esas cosas, la nausea que le causan, así que ni miró el baño, vacío el Raid y cerró la puerta; cualquiera se hubiera muerto ahí dentro.
Es triste decirlo por cosas tan mundanas, pero aquí hace falta el que mata las cucarachas de un chanclazo, el que pisa a los grillos sin que nos demos cuenta, el que saca a los ratones quién sabe si con miedo, asco o lástima, pero los saca. Hace falta alguien que detenga esta, nuestra plaga.

10.9.05

It is fatal to be a man or woman pure and simple: one must be a woman manly, or a man womanly.

- A room of one's own, Virginia Woolf.

dónde

Sobre tus repisas fotos de pueblos que visitamos, ciudades, veces que nos quedamos en la tormenta esperando, en las que de repente tu brazo se acomoda sobre un curvo vacío, otras muchas en que aparecemos mirándote yo los ojos y tú los labios, enmarcadas de verano, otras de astío, varias sin nosotros.
Los cajones que abría para guardar secretos, puse mi historia muy dentro (la que para ti es mi historia), una que otra línea suelta, sabes que conmigo no faltan. La sospecha, la suficiencia bajo llave y justo después hacer de cuenta que no existían; no fuera a ser que me arrepintiera. Cómo bastarme y que tú salieras sobrando, para eso ya era tarde.
A pesar de mi cuidado dejé algunas cosas fuera de ti. ¿Qué hago con esto poco que dejaste, Samuel?, ¿en dónde me pongo?

esos tontos

...y por las calles brincaría feliz
como esos tontos que no saben del dolor.

-Gerardo Peña.

9.9.05

En tu ausencia nadie, nadie es tan deseable como tú.

El 13 de septiembre será la exposición de Peter Zylstra. 8:00 pm, Cesaretti galería.

8.9.05

Fíjate

Así no se hace, me dices sonriendo: has dicho que la ternura es regalo de mi torpeza. Bajo de la silla en que estaba, me quitas la bombilla que hace un segundo trataba de colocar. Fíjate.
No necesitas la silla, tus brazos se estiran, miro tus manos, tus dedos siempre traen luz. Me estoy fijando. En cómo aprietas tus labios cuando ya casi está hecho el trabajo, el reflejo luminoso en tus pupilas, en que traes el mismo pantalón que ayer y el aroma de todos los días.
Me fijo. Y tus brazos vuelven, paulatinamente, a caer, Ya está, das media vuelta, vas a la habitación.

Sigo fijándome en tu estela.

7.9.05

Lo que más extraño

Al tío Neto tratando de explicármelo todo. Que me digan muñeca como si fuera cierto. Verte regando el jardín, sólo por gusto. Los atunes cayendo de trailers, las gaviotas que se robaban unos cuantos.
La escénica.
La certeza. El vestidor de espejos. Decirle al Francisco la guerra en misa mientras los demás se daban la paz, creyendo que esa idiotez era uno de los mejores chistes. Los caballos. Saber que el comandante no viene en unos meses, saber cuándo. Pronunciar nuestros nombres sin imaginar restos. Decir hombre y que la palabra me sepa a un dulce de menta. El jacuzzi. Los viajes. Los sábados de beisbol. Las cenas de largo. Las cosas más vanales y las más sencillas. Me extraño.

5.9.05

ven

A donde en realidad no haces falta, al espacio en que se te acostumbra. Acerca tus pasos, no puedo pedir otra cosa. El amor es lo que la gente como tú, como yo, menos necesitamos. Ven, Samuel, y dime que no me echas de menos, que sin mí tu historia es la misma, que has vuelto porque te aterra estar solo. Abrázame y dime toda la verdad. Yo entiendo.

4.9.05

cuando llovía y estábamos chicos,

todos los primos ibamos a casa de los abuelos. Detrás de la puerta de vidrio esperabamos que cesaran las gotas, mientras el abuelo decía que ahora sí ya iba a impermeabilizar la casa. Al acabar la lluvia, Mario y yo nos sentabamos frente al charco del pavimento, él hacía su barquito de papel. Uno de esos días me dijo cuando seamos grandes vamos a irnos en uno de estos, palomita. Y yo le creí, siempre le creía.
A Mario lo becaron en San Diego, desde chico fue muy bueno para el beisbol; yo acabé lejos del lugar que pensé mi casa. Mario y yo no nos vemos, no hablamos, pero hoy que vi a un niño haciendo un barquito de papel frente a un charco, me sentí igual que cuando lo acompañaba afuera; supe que no he crecido, que no somos grandes, que todavía uno de esos nos espera.

3.9.05

Graffiti (1)

Porque el mundo es un letrero y la mirada
no sabe descifrar sus instrucciones.
Un letrero debajo de la lluvia
con la tinta borrosa:
la palabra “césped” cayendo al hormiguero,
la palabra “pisar” cubierta de inscripciones;
y los demás quién sabe,
lejos,
como una carta de amor
escrita en el aire con los labios.

El mundo es una canción
que se pierde en la radio sin que nadie la extrañe.
La moneda que frotaste en tus manos de niño
hasta que fuiste a la tienda y te dijeron
que ya no tenía valor porque no tenía dibujos.

El mundo es una esfera,
un escritorio y mucho polvo,
un calendario con los días decapitados;
sábados largos como una carretera
por donde se camina mientras pasan coches rápidos,
lunes y miércoles de cinta en el zapato
como si no hubiera ya bastantes nudos.

El mundo es un letrero sin vocales,
un árbol que florece detrás de la pared,
una fruta que nunca madura en nuestros patios.

El mundo es nada más
este decir
y decir
y decir
que no se escucha.
Que hablen más fuerte por favor.


- Julián Herbert.

2.9.05

Te convertiste en una silla de ruedas sobre la que yace mi cuerpo.

1.9.05

Ya sabes que planear viajes no es lo mío. Yo de lo que me encargo es de empacar y desempacar, tuyo es el trayecto.
Las carreteras, casetas, las gasolineras y los niños que limpian el parabrisas te piden sólo a ti, Samuel. Tú siempre tendrás las monedas, la feria en el cenicero, lo que nos falta. El mapa abierto que te guía, simula tu mano calcada en la mía, un mapa al que miras perdido, al que de repente se le borran las calles, los kilómetros, las ciudades y te deja más extraviado de lo que venías. Mientras, veo la tormenta, las luces inmensas que juegan a ser lámparas de discoteca, el camino desolado y el auto rojo en que vamos; me encanta el cuadro, las dos de la mañana y nosotros al lado del camino. Toco tu mano y entiendes, me besas derrotado; la culpa es tuya, Samuel, la ruta te pertenece pero la llegada no me la quitas.
You could do so much. You could be so much.

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