31.7.05

Desperté a medio día
te busqué en cada rincón de la casa:
pensé que jugabas a las escondidas.
Debí saber desde antes que ya no iba a encontrarte
soy tan torpe y distraída: todo se me pierde.

Confesaría que la historia que te conté nadie la sabe
que hoy la lluvia no me mojó igual que cuando a los dos nos faltó paraguas
que he tropezado más de lo usual y las cosas se me caen aún con más facilidad
que me dueles de lejos, de cerca, por todas partes.
Pero, ¿para qué?, si de antemano has de saberlo: es tan obvio.

29.7.05

no coward soul is mine*

There is no room for death.


- Emily Bronte.

27.7.05

fragmento.

- ¿Esto?, ¿esto es lo que quieres? --me dijo mientras aventaba los libros del estante, arrrancando sus notas de los clavos: las tenía ahí, como si fueran un cuadro de Pollock que yo nunca alcanzaría a comprender.
Yo estaba paralizada, no hacía más que ver; mis piernas no tuvieron fuerzas ni siquiera para temblar. Pasó a mi lado, había dejado su libreta sobre la mesa que estaba trás de mí, la puso entre sus manos y comenzó a deshojarla. En sus dedos pude verlo todo: los días de fiebre, las llamas que en lugar de casa nos devolvieron cenizas, los golpes de su hermano, el desprecio de las editoriales, mi amorío con Rubén, su secuestro; de sus manos salían los rayos de cada desgracia que llegó a él: las que vi, que sé y las que ignoro.
- ¿Con que más vida y menos palabras, he? ¿Así te gusta más, o también quieres que me vuelva mudo?
Empezó con sus libros, después los míos, los discos, las hojas, borradores, aventó plumas, bocinas, las sábanas... Creo que fue la única vez que di gracias porque no hubiera casi muebles ni una televisión en el departamento.
- ¿Que no vas a hacer nada, no vas a decir nada?
Seguí viéndolo, después de siete años mis ojos no se cansan de hacerlo. Hoy no, Samuel, hoy no voy a decir nada.

25.7.05

Silvio, la dentista, yo y un poco tú.

Tenía cita a las dos con la dentista. Siempre tengo cita con la dentista, siempre mis dientes tienen algo y está de más decir que probablemente sean irreparables. No había gente esperando así que pasé al sillón, me recosté.
El problema ya había sido identificado: tenían que sacarme la muela del juicio (hubieran sacado no nadamás la muela sino también el juicio, pero en fin, "unas cosas por otras").
Boca abierta, algodón sabor a fresa, jeringa inmensa. A veces adoro la anestesia, en verdad.
En cuanto vi la jeringa cerré los ojos: no quise saber lo que seguía (sí podía verlo, la doctora usa lentes).
No sé en qué estación estaba la radio pero cómo la aborrecí: empezó Hoy mi deber y una lagrimita corrió a media canción.

- ¿Te duele?
- Poquito.

Sí. Me duele, dolor chiquito: nada que tu después no pueda remediar.

24.7.05

¿Cómo se llama cuando no hay diferencia entre estar tres días en un hotel y quedarse tres días en casa?

¿Qué se siente, Paloma?


¿Qué es?

21.7.05

Dime.

Sé lo que viene: la marea sube, el viento nos rompe, las palabras se acaban. Podría hacer un listado, desglosar la catástrofe, pero me limitaré a delinearla.
Un pronóstico de tormenta eléctrica por días: niños muertos por los rayos, árboles deshojándose, polvo en la mirada, disparos a quemarropa, gritos, fiebre, espanto; gatos maullando, pidiendo que los lleven a casa --la que sea, que desde entonces será la suya.
Dime, qué hago si al maullar ninguna mano me alcanza.

19.7.05

And instead of saying all of your goodbyes - let them know
you realize that life goes fast
it's hard to make the good things last
you realize the sun doesn't go down
it's just an illusion caused by the world spinning round.


Do you realize? The flaming lips.

17.7.05

Se me fue el sueño

A lo mejor se lo robaron los que no he visto pero sé, el preguntarme junto a Serrat quién va a comprar las flores para mi funeral, el tratar de encontrar el verso que embone y suene bien para ese final que tanto me ha pedido. Tal vez resulte ser el eco del dolor de espalda, puede también que el levantarme y haberte olido en mi blusa haya causado todo esto, cualquier cosa cabe, cualquiera.

Lo que me gusta pensar es que el sueño de hoy se fue volando (que dejó atrás la calle con lámparas como gajos de naranja por la que me lleva siempre, el diálogo tumultuoso, los filtros y peces), para llegar y acurrucarse en tu almohada: a contarte un poco -lo tanto que no sé- de mí.

15.7.05

¿Qué te pasó?

Y en la pregunta dices (o de la pregunta entiendo):
A dónde se fueron las veces que soñaste a la abuela pintada la boca de rojo; qué hiciste con la pulsera de juegos, las cosquillas de las primas. Por qué te asusta tener alas, acercarte al balcón y dejaste de creerle a Piero que dios te puso una estampilla. A qué hora te quitaron la escalera, y te aventaste, abriéndote a ratos para aprender. Cómo zurciste boca y ojos y nos diste a entender que te quedabas en esa, tu esquina, el escondite.

La respuesta es simple: me pasaste tú, comandante. Eres todo lo que me ha pasado.

11.7.05

decirte

sería tan fácil si estuvieras allá, si te quedaras en el lugar del que volviste.
Ahora eres más como cocinar, hacer problemas de matemáticas, tener una pelea sin lágrimas: eres lo que todos pueden menos yo, lo que mi torpeza no me deja, lo que sin lentes no alcanzo.
Poner la mesa para cuatro nunca dolió tanto como hoy.

5.7.05

ve

Se queda callado, me mira; mientras, deseo que permanezca así siempre: sus ojos en los míos, parpadeos sincronizados, y en un momento sentir que traspasa mis pupilas, que ha ido a dar dentro, muy dentro, a un lugar que no recuerdo, sin haberse movido. Quizá un pozo, el océano... o nada; sólo está ahí, viéndose en mí y yo en él, regodeándonos del usado pero siempre encantador silencio. Nos vemos, algún día.
Mírame horas, días. Conviérteme en una fotografía desgastada por tus rayos y dobleces.

2.7.05

La palma de la mano ya no condena, apenas se recuerda el dolor de espalda, las uñas se clavan: resistencia. Palabras certeras. Aquí, siempre, aquí. Stay.

Allá los muertos nos ven a pesar de escondites: saben nuestros nombres, son amigos del abuelo y los tíos y las primas. Alguien les dio las llaves de casa y nos llevan de a poco en las madrugadas. Los abanicos hacen y deshacen el tiempo: un soplo, un corte.

Creí que el norte seguía siéndolo pero el mundo se ha puesto de cabeza: una excusa para verlo distinto.

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