29.12.04

Ahora me rasco la cabeza y pienso en preguntas inútiles, poco interesantes, me sorprenden las obviedades, escondo las agujetas azules: ahora hago y lo que pude haber dicho ha perdido su magia.
Me veo como cualquiera, corro a los columpios sin titubear, puedo jurar que mi sabor es distinto, que en el pétalo carmín permanece la caída; tengo que palpar las historias, me doy vergüenza, pero supongo que es justo, quiero creer que es sano.

28.12.04

one thing

There is one thing i can never give you:
my heart will never be your home*



*Stand by me, Oasis.

26.12.04

Last song

They say it's the last song,
they don't know us,
you see, it's only the last song
if we let it be.


- Dancer in the dark

23.12.04

Miércoles con La P.

Este ha sido el miércoles más fodongo que he tenido, fue de esos días en los que te la pasas en pijamas (que casi siempre son los domingos).
Me pasaron esa canción que tantas ganas tenía de escuchar, esa que trae un recuerdo fuera de cuadro, sin contexto... quizá recuerdos del futuro juntos
Cambiando de canal me encontré con Being John Malkovich? y gustosamente me recosté para verla, La P. llegó al final de la película. Escuchó cosas que sólo ella escucharía, me respondió como sólo ella lo haría, con ese sentido del humor, los ademanes y su tono versatil. Siempre que trato de describirla se me escurren los adjetivos, como si ninguno diera en el blanco, porque es La P. a la que le gustan Milán Kundera y los desfiles de moda, mi compañera en las guerras con el dogmático de historia, la risa, la que juega a ser más niña, el no te hagas pendeja que a veces me hace falta, la que odia a los esnobs: mi yo extrovertido y tolerante.
Platicamos de nosotras, hablamos un tanto del prójimo, de nuestras peripecias, de los que nunca conocimos y quisieramos conocer, cantamos, medio vimos películas y por supuesto, hubo comida chatarra. Un miércoles fodongo con mi amiga La P. ¿qué más podría pedir?


Nunca podríamos tener una relación porque él me ve como su hermana, yo a él como mi hermano y no creo en el incesto... aún


- La P.

18.12.04

Casa de mujeres

Era medio día, el sol no brillaba, vimos pasar un taxi. Llegó de Madrid cargando belices, una voz de casi sesenta y su acento español, soy asafata. Pedía un encendedor, mamá no guarda ninguno, hace tiempo que no fuma.
Los años me han hecho ver que mi profesión es de las mejores: voy y vengo en un chasquido. Conozco a muchas Palomas, no sólo en España que abundan, sino por doquier, tal vez ese nombre tenga algo conmigo. ¡Pero, caramba! Cómo iba yo a saber que vendría a esta casa de mujeres.
Nuestra casa: una casa de mujeres; me gusta como suena.
Y es que cuando hay sólo mujeres se respira ese aire de complicidad, de empatía que sólo el sexo femenino produce; no digo que los hombres no lo tengan, pero ciertamente, es muy distinto.
Por supuesto que la cosa se pone insoportable en esos días, se respinga por cualquier estupidez insignificante y los dramas están a la orden, se vuelve una mala puesta en escena; sin embargo, el telón no se cierra hasta que seamos de nuevo Nosotras, hasta que la lucha de egos se torna difusa y, eventualmente, se nos caen los disfraces, se nos resbala el motivo.

Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que son (Julio Cortázar)


14.12.04

martes

El día inició a eso de las once de la mañana. Te encontraste acostada sobre una cama que llevaba casi dos semanas llena de hojas con líneas sueltas. Tenías puesta la ropa de ayer: te rendiste sin darte cuenta. Te levantas y escuchas a Incubus, la manera de empezar un martes.

Eres muy rebelde, yo soy igual, por eso no es bueno que esté aquí.

Hay cosas que ni siquiera el tiempo disipa.

Ducha. Te pones esa falda corta y las medias que -has dicho- tanto te agradan, no tienes planeado qué hacer, pero a las mujeres, sin razón alguna, de repente les da por arreglarse.
Sabes que este día no tiene nada de especial, crees que en realidad ninguno lo tiene, somos nosotros cambiando los velos, lo que no sabes es por qué este, en su uniformidad, te ha gustado tanto.






12.12.04

17

17 años y, como diría Fito: Sólo se trata de vivir, esa es la historia.

9.12.04

Habrá.

Esta mañana encontré una manera más sencilla de saber si estoy dormida o despierta, nada de que prender y apagar las luces como en Waking Life: abrir la puerta de la casa: si una voz desquiciante lo anuncia, definitivamente estaré en esta vida; porque la casa en mis sueños Jamás tendría una alarma, ni rejas, ni trescientas cincuenta y nueve mil llaves para poder moverte en ella. Sería pequeña, tal cual es: amontonada con muebles de una casa más grande y llena de historias, con paredes blancas y otras cuantas craqueladas o coloridas: víctimas de los procesos creativos de mamá, con una cocina en la que si se compra otro salero ya no podremos sentarnos a comer, una vitrina que contiene a las bailarinas de Lladró pegadas con kola-loka por culpa de la bendita mudanza, el refrigerador que a veces arrulla, las repisas que se caen a medianoche, el techo al que está estrictamente prohibido subir, las escaleras que soportan nuestro a veces rancio, entorpecido, eufórico o bien, frenético caminar; los espejos que nos hacen sentir vergüenza, el cuarto en donde se guarda lo que no se usa pero puede usarse algún día: incomodidades que produce la no-costumbre. El encanto es que cada rincón que habitamos nos habita y cada discusión, regaño o abrazo se guarda en nuestras memorias y en estas paredes.
Ya no habrá casas con vista al mar y sin vecinos, jardines, baños y pisos de mármol; no habrá balcones ni barcos que lancen luces de bengala en año nuevo, no habrá navidades en patios, cuartos de espejos, sala de juegos, veranos en Canadá, otoños en Europa, clases de equitación; no habrá tragaluces, compras en Neiman Marcus, ni trajes Brioni; no habrá viajes, Bufadoras, ni autopistas escénicas. Habrá este frío insípido, abrazos sinceros, una casa y familia pequeña, unida; chocolate caliente, risas y, la sensación de saber que se tuvo mucho y ahora no se tiene menos, sino más.

6.12.04

Odio la postura de adolescente ridícula pero a veces es precisa:

¿Por qué de repente todo me sale de la chingada?

4.12.04

Separar

Llueve. Y cuando llueve uno recuerda más de lo que debería.

Por la mañana vi Ventana al Alma, un documental inspirado en Ensayo sobre la ceguera de Saramago. En una de las entrevistas un hombre explica un "problema" del cual olvidé el nombre (como es de esperarse), que consiste en separar la imagen de la emoción, no pasa muy a menudo, pero pasa. Uno distingue y recuerda la imagen sin el sentimiento que determinada persona u objeto hubiesen creado, no hay la familiaridad, el cariño o desprecio con el que se asociaba, simplemente es esta fotografía sin un respaldo.
Imagino cómo sería verlo en el cuadro de la sala y no sentir nada, quizá me agradaría de cierta forma no aunarlo a este patetismo que creamos diariamente, no ver en sus manos las gotas que no detuvo, los caminos que sólo tenían su sombra, no ver en sus cejas los relámpagos, el frío, no imprimir en sus grietas la trampa. Mas -desgraciadamente- yo no tengo una excusa.


bodies