Llueve. Y cuando llueve uno recuerda más de lo que debería.
Por la mañana vi Ventana al Alma, un documental inspirado en Ensayo sobre la ceguera de Saramago. En una de las entrevistas un hombre explica un "problema" del cual olvidé el nombre (como es de esperarse), que consiste en separar la imagen de la emoción, no pasa muy a menudo, pero pasa. Uno distingue y recuerda la imagen sin el sentimiento que determinada persona u objeto hubiesen creado, no hay la familiaridad, el cariño o desprecio con el que se asociaba, simplemente es esta fotografía sin un respaldo.
Imagino cómo sería verlo en el cuadro de la sala y no sentir nada, quizá me agradaría de cierta forma no aunarlo a este patetismo que creamos diariamente, no ver en sus manos las gotas que no detuvo, los caminos que sólo tenían su sombra, no ver en sus cejas los relámpagos, el frío, no imprimir en sus grietas la trampa. Mas -desgraciadamente- yo no tengo una excusa.