30.10.05

A-hora.

Es el día, es la hora en que voy a decirte lo que faltó: lo que omití, lo que quise desaparecer, lo que me dio miedo confesar. Hoy, a las seis quince de la tarde, voy a atrapar el tiempo en los labios, congelarlo en el hilo invisible de tu mirada, voy a deshacerme entre tus manos.
Es la hora de que sepas. Ahora hablaré. Es difícil, ¿sabes? pensaba que... y empiezo, pero tú, elquesiemprevaaestar, tú, no estás aquí.

29.10.05

Beso a beso.

Mientras la muerte nos pudre beso a beso,
nosotros, a veces, pensamos en nosotros, en la muerte, en dios.
- Ricardo Yáñez.


Tenías tanto miedo que tus venas se escondieron. Cuando al fin se encontró una la sangre no desistió: grito rojo de auxilio. Tu rimel puesto desde las seis de la mañana se escurría tres horas más tarde, Qué bonita sombra traes, decía tu madre buscando calmar la lluvia. Y tú le sonreíste, despavorida, deseando con todas tus fuerzas que esto terminara. Querías no sentir las agujas traspasándote como tela delgada, la luz blanca cegándote como un sol que jamás habías visto, las miradas atacándote como si fueras un raro experimento. Deseabas tu cuerpo aquí, completo, solamente tuyo, no entre metales y anestesia; no como objeto de angustia. Deseabas una temporada más y al ir deshilvanándote después de una inyección, mientras veías el algodón de azucar que te compró el abuelo en México, el amanecer desde el departamento en la playa, las pestañas de Manuel, las últimas orquideas que pusiste en el florero... sentiste un beso: supiste, muy en ti, que sería la última vez que esos labios fríos tocarían los tuyos.

28.10.05

XXI

Como quien vuelve del infierno
y sostiene en la mirada un brillo indescifrable,
y tanto avanza sin destino
como se queda viendo pasar el viento,
escuchando en la fuente
un gorrión que aletea--
y no pregunta,
no tiene más preguntas.

Como quien vuelve de la muerte
del pozo de la nada,
así abrí los ojos.

- Elsa Cross.

27.10.05

mi espalda:

malecón que aguarda tus pasos.

26.10.05

Me despojas de ti y yo quiero sentir tu lluvia aquí, conmigo.

25.10.05

He aprendido a decir que te quiero como se lo digo al abuelo: como una respuesta insípida, sin eco. Pensando que a veces las palabras son sólo sonidos y letras, sólo.

20.10.05

Así que esto es la euforia prolongada.

16.10.05

Te acompaño.

- Todos son diamantes, ¿no?
- Sí --contestas. Y entonces, dentro tuyo, abres paréntesis: Es el anillo que compré en el último viaje que hicimos, cuando los viajes eran risas con las niñas, algunos cigarros en el hotel para esperar al que no llegaría, playas sin tumulto, compras. Y entonces, dentro mío, abro paréntesis: Es de cuando nos enfadaban los aviones, el viaje en que me desmayé porque se me olvidó abrir la puerta del baño y el vapor no pudo salir; es el anillo que te probaste y era justo tu medida.
- Le doy dos mil.
- Muy buenos --miras el suelo y firmas. Los ojos se me empañan. Quiero abrazarte, decirte que es la última vez que tienes que abandonar una evidencia, parte de la historia en un lugar así. Quiero abrazarte fuerte, decirte que esto no tarda en cambiar, que te quiero aunque no sirva de nada. Pero si lo hago, tú y yo vamos a llorar tanto, vamos a desnudarnos aquí: frente a un guardia, una cajera y un valuador. Y no podemos. Lo único útil que dejó el comandante fue el eco de su frase: Uno no debe quebrarse, bajo ninguna circunstancia. Tomas el dinero, subimos al carro, manejas a casa. El camino nunca ha sido tan largo, pero aquí mi hombro y mis oídos, y aquí toda yo, contigo, en estas calles que parece no acaban.

15.10.05

Lo poético sucede cuando no se tienen expectativas.

- Gabriel Orozco.

10.10.05

Justo ahora quiero que alguien me cante al oído Living life, y por un instante yo piense que esto es la vida... y todo está bien.

8.10.05

Señalarte.

Mira, el pequeño señala cuanto puede en un segundo, la hermana que lo cuida intenta que sus ojos alcancen. Yo también quiero señalarte lo que nos rodea. Quiero que lo veas todo: las flores marchitas afuera de la habitación contigua, un elevador sube-y-baja, las luces prendidas en la madrugada, las sirenas, la máquina de café en que nos encontramos a las tres de la mañana los que esperamos: una equivocación en los análisis, el sonido súbito de un aparato, sangre A positivo, la muerte de alguien que dará vida a otro... detalles distintos pero enfocados a lo mismo.
Quiero que sientas. Las heridas que pasan por la sala de urgencias, el delirio de terapia intensiva, tejidos violados, el primer llanto, los sueños. También la desesperación, la impotencia mía y de los que tienen ojeras y traen puesta la misma ropa de ayer. Quiero que te sientas en mi pecho, mírate al lado izquierdo, recordándome que sigo estando aquí.

Mr. Lisbon

We saw them through the toll they exacted on him: his puffy red eyes that hardly opened anymore to see his daughters wasting away; his shoes scuffed from climbing stairs forever threatening to lead to another inert body; his sallow complexion dying in sympathy with them; and his lost look of a man who realized that all this dying was going to be the only life he ever had.

- Jeffrey Eugenides, The virgin suicides.

4.10.05

Es en serio, me dices. Y es eso, por encima de la oración antes, lo que me parte el corazón.

bodies