5.11.05

otra cosa.

Entre la colcha, un libro y ropa doblada, escucho tu voz y los ojos se me vuelven peceras desbordando agua. Dices que no me escuchas, que un camión va pasando, que allá está magnífico y quisieras que estuviera yo, que te cuente lo que he hecho. Lloro más. No sé por qué lo hago.
Podría justificarlo diciendo que te extraño, que no hay nadie en casa, que desde hace días me siento en una esquina de soledades amontonadas, que acá nos está yendo mal; que sí, que por primera vez me gustaría que vieras cómo me quiebro. Podría justificarlo diciendo que las serpientes no tienen obstáculos, que ayer me senté en los escalones de un teatro esperando algo, alguien. Podría decirte que me siento como los cristales que quedan después de un choque. Podría decirte qué golpes da la vida, qué horrible el destierro, que siento que el abrazo de quien sea bastará para caer. Pero no es eso, es otra cosa. Entonces dejo que hables, respondo a medias tus preguntas, te escucho, me mandas un abrazo. Es esto que hago siempre, con todas las cosas: colgar y quedarme en la cama, acariciando sobras.

bodies