19.11.05

Estimado comandante:

Pienso que debería desaparecer, de una vez por todas: irse de nosotras. Aquí nadie le necesita ni espera nada de usted. No importa las veces que se disculpe, menos que cambie. Todo usted ha perdido validez. Ahondó tanto, comandante, que ya no nos conocemos dentro. Y lo que vemos en el pecho y en las manos son las balas, los roces e insiciones que hizo.
Llega, corta cartucho y apunta a la línea de fusilamiento. Vemos la escuadra, mientras, me pregunto cuántos tiros faltan para que llegue al sitio intacto, y yo no me pueda volver a levantar.

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