6.8.05

a él sí

A través de la ventana el día se pintaba de un azul índigo que jamás había visto. En los pequeños cristales del candelabro se reflejaba ese tono, parecía que tenía gotas de la misma pintura suspendidas en el techo, un agua de mar que no pierde el color al separarse del océano entero, las gotas de rimel azul que caen cuando mi hermana llora, o que el cristal milagrosamente se había convertido en zafiro.
El candelabro simulaba cosas tan bellas esta tarde que me daba miedo voltear a otro lado y que mi falta de atención aniquilara sus parecidos.
Esta vez yo no tuve la culpa, el sol desistió: un disparo de acuarela oscura. El tiempo no voltea a otro lado, está siempre atento; la diferencia es que a él su mirada sí le sirve de algo.

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