20.4.05

rojo

Todos estos días se han sentido como jueves: con desgane, una antesala, un cansancio notable que no podemos permitir nos posea.
Los párpados se cierran con una facilidad que da miedo, la destreza para hacer lo que se sabe va opacándose discreta, lentamente.
Porque los jueves uno se fija más, se ve: se odia más. Las costras se quitan con los dedos secos y uno ve que ya no hay más rojo, recuerda que el corazón no volverá a ponerse del mismo tono.
Y extraña.

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