25.4.05

cita

No me verás. Son demasiados pasos y has dejado tus lentes: no vendrás. La silla frente a mí seguirá vacía, no sentirá tu cuerpo exahusto ni esa maravillosa pesadumbre que llevas en los ojos.
Pero yo te veo: la piel erizada por el frío del aire acondicionado, su blanco confundiéndose con el de tu blusa. Casi tiemblas. Te echas encima un suéter y de la bolsa sacas la cajita de tylenol: una pastilla que me recuerda al diseño del nuevo disco de Placebo.
Caminando a dos metros un tipo te sonríe, como es de esperarse lo ignoras y tu vista regresa al chai caliente que ordenaste. Tus piernas cruzadas e inquietas, la derecha encima, el pie hace círculos. Los labios se te ven tan duros, como si hace años no sonrieras ni besaras, como si lo dulce de tu labial de fresa no estuviera.
Sacas una pluma, tomas la servilleta. Esperas los cinco minutos y no se tocan. Pagas la cuenta, te vas triste e indignada. Me siento igual que tú: otro martes y no me has visto.

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