17.8.04

Hay días.

A una que le ven cara de esotérica, de maldita; está bien, lo diré: de "freak"

La típica chica bonita y bien portada de la escuela se sienta en la mesa en donde estamos una amiga y yo (lo primero que pensé fue: qué raro verla en la biblioteca), pregunta "¿Apoco ustedes nunca han hecho brujería?" Mi amiga y yo respondemos con un rotundo No. La chica dice "Ah, pues yo sí; les cuento?"
¡Demoooontres! Ella practicando brujería, empalagosita, con su rostro inocente y sus tenis Diesel (porque Ella, señores, no usa otros; Ella no es de la prole)
La miro mientras nos cuenta sus pseudoproblemas amorosos, su ida con el vidente, los fantásticos remedios que deberíamos de intentar al menos una vez. Pienso: Qué traicioneras son las décimas impresiones, es bueno no ser la típica chica bonita y bien portada pues no necesito -como ella- de un vidente o brujería (que más bien es charlatanería), o quizá lo necesite pero me rehuso a aceptarlo (quién sabe), qué bueno que me gusten los libros en rincones, y verme excluida del clan que piensa en Dorian Gray como nada más que una marca de pantimedias.
Sí. Hay días en los que me gusta ser yo, como este.

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