28.9.08

Siempre me he preguntado qué pasa con los sabores. Cómo es que lo amargo se vuelve, de pronto, adictivo. Cómo va uno de pedir chocolates en cada tiendita, a parar por un café cada mañana o cada tarde. Cómo se llega de la limonada a la cerveza oscura. Cómo de soda a vino tinto. Si todo aquello era rechazado con mueca despectiva, ¿qué sucede en la lengua, en la boca, que ahora suple con lo opuesto?

bodies