22.11.08

El viernes, después de dos meses, lavé, y no lloré. Estaba contenta, fue una semana en chinga, de arriba pa' abajo, arreando gente, escribiendo ensayos, casi sin descanso, donde todo resultó bien. Limpié hasta tacones, así de positiva andaba. Arreglé mi clóset, saqué dos bolsas negras de ropa que ya no quiero (sí, me instalé en D'alessio).
Llevaba ocho años con mis nike azules para correr, ya estaban jodidísimos pero eran mis tennis de viaje y los adoraba... pero ese día, después de lavar, arreglar el clóset, sacar la ropa que no, de entrar a la ducha, y convencerme de que ya, de que hay cosas para soltar, salí. Caminé diez pasos de la puerta al contenedor, mis dedos empezaban a separarse y lo que yo en realidad debía tirar iba bajando la calle, a un costado mío. Solté los nike, caminé de vuelta, pausadamente. A veces pienso que todo significa algo, otras en que las cosas me parecen de un azar estúpido (indistintamente, el resultado es una tragicomedia)

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