7.12.07

El ratón.

Lo vi días seguidos al bajar por agua en la madrugada, o por las mañanas al encender la televisión. Siempre a las mismas horas. De la cocina iba a esconderse al sofá de la sala, o detrás de la pantalla, y viceversa. Es de campo, diminuto, adorable, indefenso. Yo me lo quedaría. Sería una falacia decir que no le tomé cariño, ese que crea el silencio y la complicidad, ese fingir que no te veo para que sigas. Soy una ridícula, lo sé, una sentimental.
Hoy que llegué me dijeron Ya se murió, está en la sala, ¿puedes sacarlo? Casi chillo. Estaba acostado sobre la alfombra, tieso y con los ojos abiertos, así que tomé la escoba y, despacio, lo arrastré al recogedor, con la mayor gentileza de que soy capaz. Lo llevaba ahí, llovía, no le quitaba la vista de encima. Me sentí triste. Quise que de repente se levantara, brincara y saliera corriendo. Creo que esperé unos segundos extras pensando que eso sería posible, luego voltié el recogedor dentro del bote de basura de afuera. Y chillé, porque soy una ridícula, una sentimental. Porque todo me recuerda a otra cosa. Porque we don't see things as they are, we see them as we are, diría la Nin.

bodies