27.2.06

Dice que huyo, nada más. La escucho, más bien hago como que escucho todo lo que sigue a esa afirmación, a esa palabra, huyes, la pienso como un lago, o como el moho que es perenne y aparece en todos lados, como una tinta negra que se escurre en un letrero de retorno por la lluvia. Y luego el eco de Gelman: hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir.
Lo que sentí no fue esperanza, en ese momento, simplemente entendí.

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