13.12.05

Tu cuello se estira, la barbilla apunta al techo, clavícula expuesta, pecho abierto. Sigue la flecha, limpiar lunares y luego la flecha que te haga mirar de nuevo abajo, la sangre. La hendidura que habré dejado, la que siempre estará y acariciarán una tras otra; de la que habrás olvidado el origen, fui blanco, les dirás. Habrás olvidado mi rostro y nombre. Mi marca será un souvenir más, un juego que perdiste. Una entre todas tus otras muertes.

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