5.9.04

Despedidas.

Uno se diluye lentamente en los garabatos de la vida y piensa que es al revés: Que la vida es la que se dileye en uno.
El adiós es a veces como un espasmo. Las despedidas son tristes, incluso las que no pronunciamos, por eso es preferible partir con una benda en los ojos para no ver aquello que se deja trás los pasos o, si se es el que se queda, no buscar ni dejar que se le encuentre, no lacerarse uno mismo ni en duo.

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