29.5.11

en los veintes uno se da cuenta de que toda esa mierda en el mundo no la superaremos, de que estaremos cansados siempre y el consuelo durará microsegundos. hemos recibido el turno para la fila infinita que nos llevará a otra para hacer trámites estúpidos y ser tragados por una maquinaria que ni siquiera vemos. los veintes son realmente un duelo por la esperanza, por todo ese bodrio cursi que te desayunabas diario, cuando tu novio era el vocalista de una banda de rock, y podías pasar la tarde haciendo nada. cuando el desencanto era una decisión.
a los veinte el café y el tabaco te parecen un milagro. esas cosas insoportables que haces, esos hábitos extraños ya no puedes evitarlos, las buenas costumbres te las sacudes lo más que puedes, y eso también para algunos es intolerable. a los veinte eres más tú, entonces sabes que la batalla está perdida.
haces cuanto puedes: eso nunca es suficiente. besar a alguien ya no sucede sólo porque era el más guapo de la fiesta: ahora piensas en el fracaso, en quién podría ser él o ella contigo, en si es el indicado para que se hagan todo el mal necesario. y pasa el tiempo y le adoras, no por lo que sueñas sino por lo que es, por lo que hay. a los veinte es más difícil enamorarse. pero cuando pasa, estás perdido.

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