16.5.10

mientras cruzamos el bar miro directo al fondo, alguien me toma del brazo, me corta la viada. volteo, pues claro, carajo, claro, eras tú, con tu sonrisita de farsante, me abrazas, que cómo estoy (¿no me ves la cara de por qué te me apareces, chingado?), qué tal la noche, y todo ese small talk amable en el que eres experto. luego lo matador:
¿Te acuerdas del Charlie?, la pregunta en realidad era: ¿te acuerdas de cuando conociste al Charlie en el rancho?, ¿te acuerdas de las fiestas, de los hermanos, de las modelo en aquella playa?, ¿te acuerdas cuando yo?, ¿te acuerdas de cómo te partí la madre, no?, me acuerdo. 
quieres seguir hablando pero a media frase digo que me esperan, huyo. a mí no me da gusto verte, con permiso*. amigas y margaritas de chamoy, un tequila que entró en el bolso. en la plática de a poco olvido. nos vamos del lugar, más bebidas, más personas, cantamos, bailamos, las horas relámpago.
abro la puerta de casa, mi celular, por supuesto, sí, de nuevo: qué gusto verte de fiesta, salud por ti, lo matador: esto aún no se acaba; no sé si reírme o enojarme... recuerdo mejor que al Charlie la vez esa que dijiste es que yo no soy cabrón, y ahí voy ingenua, gustosa, a creerte. eres peor, un imbécil. son las 3am, escríbele a tu noviesita.

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