31.5.05

Every time i think of you
i get a shot right through into a bolt of blue*

- Bizarre Love triangle, Frente

30.5.05

el primer dolor de espalda

Ven muñeca, ponte la chamarra y vámonos al juego. Te decía la Fany los sábados por la tarde en que se juntaba la familia para jugar softball. Las mismas palabras, sin importar el transcurso del tiempo. Hasta ahora. Cuando pasó.

Los bucles se deshicieron y tus dientes superiores ya no están separados, no corres con el tío Neto pensando que tendrá todas las respuestas; tu colección de muñecas, con las que nunca jugaste pero te fascinaba observar, yace en alguna otra vitrina, con una niña a la que tampoco le dan miedo las que están hechas de porcelana. El jardín y la fuente se quedaron en donde mismo y han perdido el encanto por la hierba, más que nada.

Empezaron las migrañas. Mamá ha dejado de levantarse los domingos temprano para llevarte a ver el amanecer, ya no le hace caso a los libros y, a veces te preguntas si eso será contagioso, si a raíz de eso se nos haya olvidado cómo leernos.

Muñeca, te extraño mucho, ahora te decía limitada por un auricular. Y estabas feliz, seguías siendo su muñeca a pesar del tiempo, de no verla, a pesar de todo. Pero un lunes no sonó el teléfono, entonces te alcanzó un tirón en la espalda, el primero de tantos, sentiste como si con un anzuelo te hubieran jalado el músculo y te hubieras resistido a que se lo llevaran. Y eso pasó desde ese momento, sabías que era el comienzo no sólo de algo físico sino de un vaivén de añoranzas y resistencias.

25.5.05

escuchar.

Hay que saber escuchar, Paloma, por eso esto se echó a perder, porque yo no sé hacerlo, no tengo la paciencia.


Escúchame.





Siempre.

23.5.05

qué rico

Me desperté con su olor a Presence y libros de Ted Hughes en la cama. Qué bonito es cuando te dan la bienvenida a la mañana en la propia casa, con un abrazo, un olor que extrañabas y libros que te mueres por leer (y, por supuesto, tener); verle el rostro y pensar que esta vez no habrá batalla. Qué rico empieza éste día.

22.5.05

en una cena.

Conocidos
Un mechón rojo aquí, otro negro allá, el halter blanco dejando indefenso al lunar que marca el centro de la espalda.
- Disculpa, ¿puedes servirme más café?
Sus lentes se vieron pequeños y cuadrados, los dientes más blancos, los párpados más cansados.
- No te acuerdas de mí, ¿verdad?
- Qué pena, pero la verdad no -entonces volteaste a la derecha y luego a la izquierda, buscando una mano que te llamara para pedirte que le llenaras la taza, o cualquier tontería que bastara para alejarte de ahí. Por supuesto que lo recordabas.
- No te preocupes, es comprensible, a veces ni yo me conozco...
Odiaste lo cliché que eso sonaba, aunque te ayudó a confirmar que seguía siendo el mismo.


todo va a estar bien
- Todo va a estar bien, mi niña, ya verás.
Movías la cabeza afirmando; los violines sostenían la nota más alta y tus ojos grandes se volvieron estanques. Te miramos y quisimos bailar ese vals contigo, que subieras tus pies (con todo y tu dedito accidentado) sobre los nuestros, que descansaras tu cuerpo, tu miedo en el nuestro. Quisimos que nos sintieras y supieras, aunque no sea suficiente. Tocarte la espalda, verte a los ojos ahora rojos y abrazarte, para que te quiebres si es lo que deseas (justamente), para que sigas siendo fuerte, para lo que sea; tratar de abarcar el escondite de la pregunta y sedarla al menos un instante, tratar de acariciarte un poquito el corazón. Abrazarte, envolverte, porque las palabras no bastan.


Siempre, lo mismo
Siempre hay alguien que se escapa de la cena, que sale a tomar aire o descansar la mirada después de ver flotando tantas palabras. En una cena, siempre queda una copa vacía y, un cuchillo o un tequiero en el suelo (que, suspendidos a mitad del cuello, les deux sont la même chose)

18.5.05


16.5.05

Paredes

Sin querer y con desaire mi madre hizo de mí uno de sus mejores trabajos: una pared perfectamente craquelada.

14.5.05

Hoy te busqué en la rima que duerme
con todas las palabras
si algo callé fue porque entendí todo
menos la distancia
Desordené átomos tuyos para hacerte aparecer
un día más...

- Puente, Gustavo Cerati
Es que las luces no son las mismas, permiten tocarnos, hablarnos al oído, sin embargo impiden vernos, vernos en verdad. Porque la embriaguez es tan grande que lo último deseado es despertar, volver, entender.

12.5.05

pidiendo

que el cierre de la puerta y los sentidos resulte paralelo.

10.5.05

Llamadas

El teléfono sonó, contesté:
¿Bueno?; La llave, está mal puesta, güey; ¿Bueno?; Es que, no tiene por qué no entrar, es la única. ¿Bueno?, ¿eres tú?
Eso es lo que pasa siempre: no te das cuenta de que llamaste ni de mis ganas de contestar.

9.5.05

secuela

Ya viene otra vez: tener que tomar las pastillas para dormir, morderse las comisuras por dentro, apretar tanto los dientes sin darse cuenta, el dolor de espalda, el ardor en los ojos, el despertar temblando, la jaqueca y los cuestionarios interminables.
Todo de nuevo, por una estupidez.

8.5.05

dudoso iconoclasta

¿Tiraré ya los lentes que olvidó sobre el buró?, ¿o será mejor guardarlos, para seguir creyendo en la remota posibilidad de que regrese?

7.5.05

espectadores

Como si pusiéramos un sábado en la repisa más alta, para que nuestro miedo no lo alcance. Pero el necio da brincos, travieso, rozando el borde de vez en vez. Lo observamos lejano, separados (lo tangible) uno del otro y del otro, con las piernas tiritando y el cuello más delgado que nunca. Esperando.

4.5.05

Reír

Trato de ocultarte, sin embargo te niegas a escucharlo, a obedecer mi idea: siempre tienes que dejar como evidencia tu sonrisa en mi boca.

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