Miro esas películas con De Niro joven,
y resultan más demoledoras que cualquier espejo.Me percato de las horas desperdiciadas,
de la obsesiva gordura,
de la calvicia incipiente.
De Niro pasó de ser Travis
a esos personajes de ocasión:
policía, amante, maestro;
papeles que solo requieren
leer adecuadamente las líneas.
Debí hacer lo mismo:
cumplir con mi obligación de pater familia
y desmentir la felicidad de los otros cuerpos.
Como él, debí aceptar que lo más difícil
es hacer bien los papeles mediocres.
http://costasinmar.blogspot.com/
(de esos textos que si tuviera a quien los escribió enfrente, no sabría si darle un puñetazo o besarlo despacito)