1.3.07

Caminaba sobre la duela de una casa azul aqua. En ella dos niñas. Pasé umbrales hasta llegar a un jardín interior. Ahí una serpiente se estiró desde el suelo para enredarse con toda mesura en mi brazo, su cabeza en la palma de mi mano. Yo la miraba falta de susto, como si supiera que eso sucedería y no tuviera objeción alguna. Ni siquiera llegaba a ser resignación; era indiferencia. Mostró los colmillos tranquila y los clavó en una de las líneas (quizá la de la vida, quizá la del amor, quizá en alguna poco menos primordial), y la miré a los ojos.

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