Una ciudad bañada por el mar es una ciudad privilegiada.
Eso se suele decir en los manuales de turismo. Pero la prisionera-de-sí-misma odia esta ciudad: es un pueblo de asmáticos, de olor a mar revuelto, peces varados en la orilla, basura que se va acumulando con los días en los rincones y con los días va anegando todo con un olor a muerto.
-la Santisteban, que sabe lo cierto de 'una de las mejores ciudades para vivir'